miércoles, 21 de julio de 2010

Oda a la Incoherencia


No siempre conseguimos lo que anhelamos, pero somos de la medida de nuestros anhelos.. No importa tanto si alcanzamos nuestro anhelo como en qué medida éste nos delimita, se nos ciñe a la piel como un silencio, nos esperanza o desespera, vivimos de él o de él morimos.”

Desde pequeño, tu vida se orienta hacia la búsqueda y realización de unos ideales, cada uno los propios según hayan tenido a bien enseñarte tus progenitores. O no. Algunos los alcanzan, otros se estrellan contra ellos, y otros los compran..pero todos medimos nuestras decisiones con el rasero de la coherencia con aquellos principios que mamamos desde la cuna y consideramos trascendentales. Incluso, hay veces que escogemos hacer un profundo sacrificio en favor de la protección de alguna de estas Ideas. Eso está muy muy bien, genial de bien. Hasta que la vida, en una de sus infinitas y casi siempre irónicas convulsiones, te manda a la mierda tanta trascendencia y te obliga a asumir su inmediata e indiscutible realidad. A ti y a mi y a todos, excepto a ellos: los Coherentes.

Siempre te han jodido profundamente los individuos que creen de manera feroz y ferviente en la existencia unos principios tanúltimostansinfinitostanpurosydemástanetc que se encuentran por encima de Todo; ideas que han de se imponen por tratarse de valores metafísicos ajenos a las miserias del mundano devenir. Coherencia: escudo reluciente detrás del que se amparan los Coherentes para luchar por la superioridad última de estos valores y sustantivo deslumbrante al que apelan para negar cualquier concesión a los que, entre la espada y sus ideas, se metieron estas por el…

Si ves alguno, echas a correr. Los hueles a kilómetros: fascinados por la Libertad, la Justicia y la Verdad, hacen constante apología de las mismas y creen que cualquiera que no entregue su vida (o la de otro) por estos principios es un vil traidor. Con los brazos firmes de levantar pancartas y la camiseta sin cuello atestada de chapas, justifican las guerras justas, razonan con bombas libres y se manifiestan con un arma entre los dientes.

Y a ti te parece que están tremendamente equivocados. Porque una vez rondaste sus filas y todavía sientes náuseas. Tú que soñabas con el genio y la cólera de la revolución y que usabas siempre la misma camiseta roja con el mismo agujero debajo de la axila izquierda. Justicia, Verdad y Libertad te parecen ahora relativos. Deberían estar por encima de mucho, pero ya no de todo.

Porque prefieres que ninguna palabra valga más que una vida, aunque ésta se escriba con mayúsculas en los manuales de Filosofía. Porque prefieres vivir en un mundo en el que la lírica no gane a la épica. Porque has vivido contadas excepciones que bien merecían echar por tierra tus principios, remangarte la camisa y tragarte cada letra. Del tirón. Sin masticar. Porque el Amor bien vale una indigestión.


No hay comentarios: